Poco después de que Leo y los demás salieran de Ciudad Fairwood, Lilith se acercó a él y dijo con una expresión severa en su rostro:
—Leo, escúchame y recuerda lo que estoy a punto de decir.
—¿Qué pasa? ¿Por qué estás tan seria? —Él levantó una ceja hacia ella.
—Lo entenderás más tarde, pero por ahora, escúchame. Cuando te dé la señal, quiero que uses Escudo Oscuro. No pienses en nada más, solo úsalo.
—¿Te importa explicarme qué está pasando? —preguntó.
—Me encantaría, pero debido a las circunstancias, no puedo. Quizás me culpes después por esto, pero no me importa. Lo estoy haciendo por tu propio bien.
«...»
Leo se quedó sin palabras, y una sensación de inquietud apareció en su estómago.
—¿Qué te acabo de decir? —Lilith le preguntó un momento después.
—Cuando me des la señal, usaré Escudo Oscuro.
—Bien.
Sin embargo, Lilith continuaría recordándoselo durante todo el día. Aparte de eso, apenas dijo una palabra, casi como si estuviera concentrada en otra cosa.