—¿Vamos a comer? —dijo Leo a Nina, quien asintió con la cabeza.
Una vez más, Leo decidió compartir su comida de alta calidad con ella.
«He comprado suficiente comida para durar todo un mes, pero no planeé alimentar a dos personas. Si quiero que la comida dure, tendré que saltarme algunas comidas», pensó Leo para sí mismo.
Por suerte, él era alguien acostumbrado a saltarse comidas, especialmente el desayuno.
Después de cenar, Leo fue a tomar una ducha rápida antes de preparar su saco de dormir.
Mientras se acostaba en el suelo dentro de su saco de dormir, Leo miraba la noche estrellada que titilaba con incontables estrellas.
—Qué vista tan hermosa —murmuró Leo con una voz ensimismada mientras su mirada estaba fija en el cielo. Era su primera vez viendo tantas estrellas a la vez.
Un rato después, se incorporó y miró a Nina, que estaba sentada en la esquina, mirándolo en silencio.
—¿Por qué me miras? ¿No vas a dormir tú también? —le preguntó.