—Déjame ver tu reloj. —Camille le dijo después de un momento de silencio.
—Aquí tienes. —Leo le mostró orgulloso su reloj, con el pecho hinchado y una mirada orgullosa en su rostro.
—¿Treinta y cinco millones de puntos?! ¡Eso es imposible! ¡No hay manera de que ustedes dos hayan acumulado tantos puntos en tan poco tiempo! Realmente espero que no hayan manipulado el reloj... —Camille estaba incrédula después de ver sus puntos.
—¿Qué? ¿Por qué haríamos algo así? ¿No confías en mí, señorita Camille? ¡Ganamos estos puntos de forma justa y honesta! —Leo frunció el ceño.
—... ¿Dónde entrenaron antes de venir aquí? ¿Y por qué vendrían aquí si pueden obtener más puntos allá? Nadie dejaría un buen lugar de cultivo sin ser forzado.
—Es exactamente por eso que tuvimos que encontrar una nueva ubicación, señorita Camille. Nuestro antiguo lugar se desplomó sobre sí mismo, así que ya no podemos ir allí. —Leo suspiró.