Reforma de Ludolf

Había pasado casi un mes reuniendo lo que necesitaba en un intento por reformar la Iglesia para mejor. Ahora que había terminado de escribir su documento, el sacerdote lo llevó ante Berengar para su revisión y posibles modificaciones.

Berengar sonrió mientras leía el manifiesto, que hablaba de muchos de sus ideales, y a diferencia de Lutero, dedicó una gran cantidad de tiempo a enfocarse en la necesidad de la Iglesia y el Estado. Desde un punto de vista académico, el trabajo era sólido; desde un punto de vista teológico, era brillante.

Después de leerlo por completo, Berengar dejó el documento y miró a Ludolf, quien había estado esperando pacientemente en silencio a que Berengar lo terminara mientras se sentaba en el asiento de poder en Kufstein. Tras dejar el manifiesto con gran cuidado, se acercó a Ludolf y le dio una palmada en los hombros.