Pelea de gatas

La luz del sol iluminaba la habitación de Adela y atravesaba su ventana de cristal, iluminando su rostro de muñeca mientras dormía bajo las mantas. Ya había pasado el amanecer y, aun así, la joven seguía durmiendo; después de todo, aún estaba creciendo y, como tal, necesitaba su descanso de belleza. Tras un breve período luchando por ajustarse a la luz que la bañaba, comenzó a hacer un mohín antes de abrir sus profundos ojos de zafiro y mirar con desprecio la ventana.

Ahora que estaba despierta, decidió salir de debajo de las mantas, donde llevaba un camisón blanco con volantes; como la mayor parte de su ropa, Berengar lo había diseñado pensando tanto en la comodidad como en la estética.