Después de huir en la noche, Honoria se dirigió rápidamente hacia el puerto con la intención de alquilar un barco a través del Bósforo y llegar al mar Negro. Sin embargo, mientras caminaba por las calles, se hizo cada vez más evidente que todo tipo de miradas se dirigían a su figura. No logró pasar desapercibida a pesar de sus mejores esfuerzos por ocultar su identidad, llevando un velo facial verde menta con bordados dorados.
Había cuatro razones para esto. Para empezar, era una belleza excepcional, y el misterio del velo solo añadía a eso. En segundo lugar, vestía ropa extraordinariamente lujosa de color verde menta bordada en oro, una vestimenta poco común incluso entre la aristocracia. En tercer lugar, llevaba un águila imperial oriental posada en su hombro, y finalmente, miraba cada escena con un sentido de asombro, como si hubiera estado encerrada toda su vida sin poder ver nunca la ciudad por sí misma.