Hoy era el día en que el instructor de navegación de Venecia había llegado a Kufstein para enseñar a Honoria a navegar. Honoria se había despertado temprano para comenzar su instrucción y no había dado por sentado la amabilidad de Berengar.
Actualmente estaba aprendiendo a navegar una Carraca, un simple barco de vela utilizado por la mayoría de las naciones en el Mediterráneo. Berengar ya había comprado algunos de estos barcos para enseñar a sus reclutas navales cómo navegar y, como tal, tenía más de uno disponible para que ella pudiera entrenar.
Hoy era un día especial para Honoria; Berengar se tomó el día libre de su trabajo para observar su progreso y ver si estaba utilizando de manera sabia el tiempo y los recursos que él le había otorgado. Para su sorpresa, ella ya tenía cierto conocimiento en el arte de la navegación.