Mientras Linde y Adela se confortaban mutuamente, Berengar se preparaba para la próxima celebración. El regalo que había conseguido para Adela era un caballo árabe blanco, bastante costoso de obtener, pero valía cada centavo.
Mientras se aseguraba de que el regalo estuviera preparado para su nueva dueña, Honoria jugaba con Heraclio, a quien había llevado consigo para el viaje. El majestuoso águila volaba por el patio donde Honoria se divertía, esperando que la celebración comenzara.
Así pasó el día antes de que los invitados se reunieran por completo, y la noche comenzaba a descender sobre la ciudad de Graz. Al hacerlo, los diversos nobles de Austria se reunieron para la celebración del cumpleaños de la futura Duquesa de Austria.