Casi había pasado una quincena desde que Berengar había regresado a casa de la Guerra por la Independencia de Austria. Después de asegurar una victoria completa y total sobre el Imperio, Berengar y sus ejércitos habían conmocionado por completo al mundo europeo con su brutal eficiencia durante el conflicto.
No solo Berengar logró una victoria impecable en tierra, sino que incluso consiguió aniquilar la enorme armada que pertenecía al Reino de Italia y a sus estados vasallos en el mar. Sin embargo, a Berengar no le importaba la reputación de crueldad que había ganado tras su inmenso éxito durante la guerra.
En cambio, pasó las últimas semanas preparándose para una ocasión significativa, una que marcaría el comienzo de una nueva Era en Austria y su Estado vasallo. Finalmente había llegado el momento de la ceremonia de coronación del Rey Berengar von Kufstein, y Berengar había invitado a todos los nobles prominentes del Reino de Austria y a sus aliados del Este y del Oeste.