Tiempos Altos

Berengar yacía en un sofá de su penthouse vestido solo con ropa interior; las fibras de cáñamo finamente tejidas que tomaban la forma de unos calzoncillos dejaban poco a la imaginación. En ese momento estaba sentado sobre un cojín, fumando una mezcla de hachís y shisha herbal de su narguile finamente elaborado.

Sentada frente a él estaba nada menos que su hermana menor Henrietta, que no llevaba más encima que su sujetador; por debajo de la cintura, aún llevaba una falda, aunque relativamente corta, calcetines hasta la rodilla y un par de braguitas de encaje blanco a juego con su prenda superior.

En su lindo rostro había una expresión que era una mezcla de vergüenza y embriaguez. Mientras Berengar observaba la apariencia inapropiada de su hermana menor, un breve momento de lucidez cruzó su mente aturdida; inmediatamente miró a su alrededor para ver qué estaba pasando, ya que no recordaba cómo había terminado en esta extraña situación.