El día finalmente había llegado. Berengar estaba sentado en la silla de montar de cuero negro de su caballo, cuyo nombre era Gloria. En su mano tenía un cigarrillo de cáñamo que fumaba para calmar su ansiedad. Detrás de él había un ejército de 50,000 hombres que acababan de romper la Frontera Portuguesa sin incidentes.
El joven Rey Austriaco estaba vestido de manera inusual. No eligió su uniforme de campo cotidiano mientras dirigía su caballería. En su lugar, vestía el uniforme de los Húsares Austriacos, que se basaba en los uniformes emitidos a los Húsares Alemanes durante los primeros días de su Imperio de su vida pasada.
La principal diferencia entre este uniforme y el infame uniforme negro de los Húsares Cabeza de Muerte fue que se cambió a un esquema de colores áridos para coincidir con el entorno al que el Ejército Austriaco estaba actualmente desplegado.