Berengar se encontraba a caballo mientras miraba a la distancia hacia la ciudad de Zaragoza a través de sus binoculares. Nunca habría adivinado que el principal ejército portugués sería derrotado en la Frontera Suroeste.
Fue debido a este evento, así como al ataque despiadado en Toledo, que los dos monarcas restantes se habían vuelto cautos y retiraron la mitad de sus fuerzas para defender su territorio natal. El resultado de esto tendría consecuencias masivas para la Reconquista en su conjunto.
Al ver un ejército de cien mil hombres reunido en los alrededores de la ciudad de Zaragoza, Berengar sabía que no tenía ninguna posibilidad de arrancar y destruir al Rey Aragonés con los 10,000 hombres bajo su mando. Al llegar a esta conclusión, guardó sus binoculares antes de dar las órdenes que cambiarían el curso de la historia.
—Retrocedan a la línea defensiva principal. No tenemos el personal necesario para tomar esta ciudad.