El Rey Luiz de Avis estaba sentado en su trono dentro de la ciudad de Lisboa. En su mano tenía una carta que señalaba el fin de la Unión Ibérica. El Rey Felipe de Trastámara había enviado una carta a su homólogo portugués informándole que buscaría la paz con la Alianza Austro-Granadina.
Con la muerte del Rey de Castilla y su familia real, Castilla estaba madura para la toma, y Felipe había planeado aprovechar esto. El Rey portugués temblaba de rabia mientras leía la carta que le informaba que su único otro aliado en la Península Ibérica estaba retirándose de su alianza de corta duración.
No podía creer que lo traicionarían tan completamente a traición por parte del Rey de Aragón. La mera idea de que lo dejarían para luchar esta guerra solo casi había destrozado por completo cualquier esperanza de victoria en su corazón.