Interrogación Intensa

Berengar suspiró pesadamente mientras limpiaba la sangre de su espada. El sujeto de su tortura estaba sentado en su silla de madera, atado a ella con cadenas de acero. No había forma de que escapara sin ayuda de un tercero.

El Rey de Austria tenía una sonrisa cruel en su rostro mientras miraba su sangriento trabajo. El muslo izquierdo del presunto asesino estaba completamente despojado de su piel, y en su lugar había sido salado y envuelto en una venda de lino que había sido tratada con alcohol.

La camisa de vestir blanca que cubría el torso de Berengar estaba manchada con salpicaduras de sangre mientras miraba al hombre que lloriqueaba. Este asesino había sido bastante resistente y, por esto, Berengar había tomado un descanso de sus acciones viciosas. El Rey de Austria limpió sus manos ensangrentadas con un trapo cercano antes de tomar su cáliz de calavera dorado, que estaba lleno de un vino carmesí viscoso.