—Kazuhiko miró a los cazadores enemigos frente a él mientras su katana sedienta de más sangre. La habilidad inherente que le había dado la fuerza para estar donde estaba hoy, MAESTRO DE LA ESPADA, parecía estar clamando por más derramamiento de sangre.
—Aún así, vio las caras de cazadores aterrorizados que estaban arriesgando sus vidas y dudó. Estos eran los cazadores cuyos países cayeron bajo la tiranía del Dragón Negro y se vieron obligados a luchar en las líneas del frente de la guerra que continuaba librada.
—Miró con desdén las débiles voluntades de estos cazadores y quiso regresar a los tiempos más sencillos cuando cortaba a los monstruos sin pestañear. Pero esta vez tenía seres humanos frente a él, haciendo que su espada vacilara. No le gustaba esta sensación. Comprendía sus razones, pero eso no le impediría despreciarlos.