Entre todo el caos y la guerra que ocurría en todo el mundo, había un pequeño pedazo de tierra en un denso bosque no muy lejos del Imperio y la Federación Unida. En este pedazo de tierra existía un pequeño pueblo de menos de cien personas.
El pueblo parecía lleno de vida ya que parcelas de tierra brillaban con un verde vibrante y algunos animales podían verse siendo llevados a una granja. Un manantial claro fluía a través del pueblo proporcionando agua limpia para los niños que jugaban felices.
En este momento se estaba jugando al pilla-pilla y las risitas en el área se detuvieron cuando uno de los niños cayó y se raspó la rodilla. El niño tenía pequeñas lágrimas formándose en sus ojos mientras mordía sus labios e intentaba mantener su boca cerrada.
Una risa dulce resonó cuando una joven mujer se acercó desde la distancia y se inclinó hacia el niño, sus manos desprendiendo una luz blanca a medida que se acercaban a la rodilla raspada.