En la ciudad de Liquinia, sobre un lecho marino artificial junto a los bulliciosos submarinos y los exquisitos edificios, se estaba librando una batalla para decidir si un Atlante era digno del título de Campeón.
Aquellos que ganaban este título obtenían el derecho a emprender el peligroso viaje a las profundidades del mar hacia la Atlántida, donde les esperaría un escenario aún más grandioso.
El Comandante Neón se tomaba la prueba en serio, utilizando todo su poder mientras el agua a su alrededor vibraba y se calentaba. El brillante tridente en sus manos se iluminaba aún más cuando rayos verdes salían disparados hacia Noah.