—Hermana Mayor, ¿ya te han dado el título de Gran Maestro?
La mirada de Noah era firme mientras la chica frente a la puerta parecía estar un poco sorprendida al verlo porque en ese momento, él había hecho que al abrir la puerta, estaba frente a ella con una toalla fresca alrededor de su cintura, otra toalla blanca en sus manos mientras secaba su cabello húmedo como si acabara de salir de la ducha.
Atenea lo miró mientras negaba con la cabeza con una expresión sonriente y respondió.
—Hace mucho que pasé las 100,000 Líneas del Destino, ya era hora. Quería venir a molestar a mi pequeño Hermano Menor sobre cómo se estaba quedando atrás y llevarte conmigo a practicar, pero no pareces estar tan abatido.
Noah sonrió mientras miraba donde estaban parados, teniendo una expresión de no querer ser descortés mientras invitaba a Atenea a entrar.
—Por favor, entra y siéntate. Cuéntame sobre los privilegios que tienes ahora que puedes ser llamado Gran Maestro.