—Mientras cultives la técnica que te doy, seguramente te convertirás en uno de los mejores Maestros de Alquimia en este Continente Oriental, si no el mejor del mundo —continuó Su Yang.
—¿Planeas darme una técnica? ¿Qué tipo de técnica es? —preguntó ella con extrema curiosidad.
—Es una técnica que te ayudará a entender el Dao de la Alquimia más rápido y mejor; te ayudará a convertirte en un Maestro de Alquimia en cuestión de meses, si no semanas. Entonces, ¿qué tal mi oferta? ¿Estás dispuesta a aceptarla?
La Señora Wang se frotó las sienes y comenzó a meditar extensamente. Todo lo que Su Yang le ofrecía sonaba demasiado bueno para ser verdad, pero algo le daba la sensación de que todo era real.
—Solo para que quede claro, si acepto tu oferta, me ayudarás a convertirme en un Maestro de Alquimia, y a cambio, te daré recursos y te ayudaré a hacer píldoras?
—Eso es básicamente, sí —Su Yang asintió tranquilamente, confirmando sus pensamientos.