—Escucha bien, Xiao Rong, debes usar ropa cuando estés fuera. No me importa que camines desnuda si estamos en casa o cuando no hay nadie alrededor, pero tu apariencia en este momento no es digna en absoluto y es extremadamente vergonzosa e indecente —dijo Su Yang mientras sostenía un par de túnicas blancas simples frente a Xiao Rong, casi empujándoselas a los brazos—. Quiero que sepas que soy un hombre de dignidad y elegancia, y tú, siendo mi bestia, no toleraré tales apariencias vergonzosas, ya que también arruinará mi imagen.
Xiao Rong miró la ropa frente a ella con una expresión reacia, claramente aún sin querer usar ropa.
—Si no usas ropa, no podrás caminar afuera y tendrás que quedarte en este lugar desolado sola...
Los ojos de Xiao Rong se entrecerraron al escuchar esas palabras que salieron de la boca de Qiuyue, su mirada se llenó de frialdad, casi como si estuviera mirando a su rival de toda la vida.