Confesión

Dentro de la Sala del Caldero, Zhu Mengyi se sentó detrás de su caldero con una expresión rígida. Aunque intentaba mantenerse lo más despreocupada y tranquila posible, sus manos temblaban ligeramente al manipular los ingredientes frente a ella.

Simplemente no podía evitar preocuparse de que Su Yang ya hubiera notado el olor anormalmente encantador que rodeaba su cuerpo.

Sin embargo, han pasado muchos minutos desde que entraron en la Sala del Caldero, y Su Yang no le ha dicho una sola palabra, mucho menos mencionar la Píldora de Seducción.

Conforme pasaba el tiempo, Zhu Mengyi comenzó a calmarse y ya no se sentía tan nerviosa.

—Oye...

Pero, por desgracia, tan pronto como Su Yang abrió la boca para hablar, el cuerpo de Zhu Mengyi se tensó al instante.

—¡S-Sí? —gritó accidentalmente, casi como si acabara de ver un fantasma, su voz ansiosa tan clara como el día.