—Ve adelante y acuéstate en la cama de espaldas a mí.
Su Yang le instruyó a Yu Yan, quien se sentía un poco aterrorizada por las palabras de Xuan Jinglin.
Yu Yan suspiró y se acostó en la cama con los ojos cerrados para no tener que ver a Xuan Jinglin mirándola con ojos que parecían no poder esperar a ser entretenidos.
Una vez que Yu Yan estaba en la cama, Su Yang comenzó a masajearla como de costumbre.
Unos momentos después de que el masaje comenzara, Yu Yan ya se había olvidado de la presencia de Xuan Jinglin y comenzó a deleitarse en el placer que inundaba su cuerpo.
—Mmm… Ahhh… Nnnn…
Xuan Jinglin observaba a Yu Yan gemir de placer mientras su expresión se llenaba de felicidad y deleite.
—Si crees que eso se siente bien, espera a que pruebes su… —Xuan Jinglin se reía en su corazón y no podía esperar para ver a Yu Yan caer en desgracia como ella misma.