—¿Estás diciendo que Siqi se escapó esta vez? —preguntó el Anciano Devi mientras miraba a Manxiang Li como si no creyera en lo más mínimo sus palabras.
—No estoy diciendo eso, Anciano. Siqi no es alguien que dejaría el lugar. Ella es la más obediente de nosotros. Pero es cierto que está desaparecida. Cuando llegué a la tienda, ella estaba afuera, pero cuando me fui, ya no estaba. Intenté buscarla, pero no está en ninguna parte —dijo Manxiang Li.
El Anciano Devi frunció el ceño mientras se ponía de pie.
—De acuerdo. Déjame verificar. Ella estaba usando la pulsera que les di a todos, ¿verdad? —preguntó el Anciano Devi mientras señalaba hacia la pulsera en la mano de Manxiang Li.
—Sí. La estaba usando —dijo Manxiang Li.
—Bien. Puedo usar eso para rastrearla ya que las pulseras tienen una pequeña formación de rastreo en ellas —dijo el Anciano Devi mientras salía de su tienda.
Cerró los ojos y se quedó quieto como si fuera una estatua.