Long Chen colocó la jarra bajo el agua para llenarla, pero no importaba lo que hiciera, ni una gota de agua permanecía en la jarra.
—No funcionará. Esta agua solo puede beberse aquí; no puede recogerse en nada. No necesitas perder tu tiempo con eso —dijo ella.
—¿No puedo llevarme el agua? Eso es tal desperdicio —suspiró Long Chen decepcionado.
—No te preocupes por eso; hay muchos tesoros entre el cielo y la tierra que son aún más milagrosos que esto. Con tu herencia, estás destinado a encontrarlos —Xun confortó a Long Chen.
—Entiendo. No puedo quejarme de ninguna manera. Al menos me curaron el veneno —dijo Long Chen.
—Oh, cierto, Xun, ¿qué es eso en tu cara? —exclamó mientras se acercaba más a Xun.
—¿Qué hay en mi cara? —preguntó Xun con confusión.
—Lo veo claramente, es tan pequeño —murmuró Long Chen mientras acercaba su cara a la de ella. Xun todavía estaba en confusión cuando él la besó una vez más en los labios.