—E-es algo realmente raro. No creo que me creas siquiera si te lo digo —dijo Yue Ding vacilante.
—No te preocupes por eso. Solo dime qué pasó. Decidiré si te creo o no —murmuró el Anciano.
Yue Ding todavía lucía dudoso como si no estuviera dispuesto a responder.
—Si todavía no me lo dices, entonces no me importaría lanzarte desde aquí —respondió el Anciano con una mirada severa en su rostro.
—Yo... Lo que pasó fue que estaba caminando por el pasillo de mi palacio cuando vi algo tirado en el suelo. Parecía un talismán. Lo recogí por curiosidad —dijo Yue Ding.
—Tan pronto toqué el talismán, me llevaron a ese lugar. Estaba deambulando por la ciudad para averiguar dónde estaba cuando vi a vosotros y el retrato en vuestras manos —añadió él.
—Tenías razón. Es increíble. ¿Un talismán que te trajo aquí? Incluso el talismán de transmisión de mayor alcance no puede llevar a alguien tan lejos. ¿Cómo se veía ese talismán? —preguntó el hombre.