—Había llovido la noche anterior, y las ramas de los árboles se habían vuelto verdes. Era una vista muy hermosa.
—Lin Fan abrió la ventana, y entró una suave brisa. Se sintió realmente fresco.
—Había ya tortitas de cebolla verde y deliciosos fideos colocados en la sala de estar.
—Cuando Dai Weixue vio a Lin Fan, dijo, —Pequeño Fan, ve a lavarte. Los fideos se van a enfriar.
—Está bien —respondió Lin Fan.
—Se oyó el sonido del agua corriendo, y un momento después, Lin Fan salió del baño.
—Él directamente se llenó la boca con una gran porción de fideos, su rostro lleno de satisfacción.
—En ese momento, Lin Tao finalmente no pudo evitar preguntar, —Pequeño Fan, ¿qué medicina nos diste ayer?
—Tu madre y yo parecemos haber recuperado de nuestras heridas... Y, se siente como... si hubiéramos rejuvenecido diez años.
—Cuando Dai Weixue escuchó esto, su arrugada cara reveló un sonrojo raro.
—Entonces, ella miró secretamente a Lin Fan con una mirada curiosa.