El conductor de la limusina Rolls-Royce obviamente tenía habilidades de conducción excepcionales, y el Rolls-Royce tenía una absorción de impactos de primera clase.
Lin Fan y Zhang Ting estaban sentados en el coche. No sentían ningún bache, aceleración ni frenado.
Ni siquiera la taza de té frente a ellos mostró señales de temblar.
Si Zhang Ting no hubiera abierto las cortinas por curiosidad y visto los edificios altos que se alejaban constantemente afuera, habría pensado que el coche estaba estacionario.
Unos treinta minutos después, el conductor abrió la puerta con respeto.
Sólo entonces Zhang Ting supo que ya habían llegado a su destino.
Ante ellos había un edificio con un aire de antigüedad.
Ladrillos rojos, baldosas verdes, barandillas talladas y baldosas de jade.
También había un par de imponentes y majestuosos leones de piedra en la puerta.
Encima de ellos, había dos grandes palabras:
—¡Mansión Wood!
Al ver esto...