Bajar por el acantilado era mucho más rápido pero también más peligroso. Ning Qingxue no sabía de qué estaba hecho esta cuerda pero no era nada resbaladiza. Ella no tenía guantes ya que los había perdido en el camino. Había bajado solo 200 metros y ya sentía la piel de sus manos desgarrarse.
Aun así, Ning Qingxue no se atrevía a relajarse. El dolor de su mano la hacía concentrarse más. Bajó otros 200 metros y de repente sintió que sus manos se volvían suaves y débiles. Tenía que encontrar una roca un poco más grande y descansar sobre ella.
Sus brazos estaban suaves y ácidos, pero sabía que si no podía llegar al fondo de una vez, no podría seguir adelante. Miró la palma de su mano, estaba roja. Su carne estaba expuesta al aire libre pero ya no sentía dolor. Era como si su mano estuviera entumecida.
Se tomó un respiro y sacó las galletas restantes. Se las comió todas y bebió toda el agua que quedaba antes de continuar deslizándose hacia abajo.