Debido a que la mujer parecía perdida en la nostalgia, Ye Mo solo pudo romper el silencio diciendo:
—Conseguí este brazalete en una tienda de antigüedades en San Francisco. Intentando encontrar al dueño del brazalete, llegué aquí...
—Espera, ¿qué relación tienes con este brazalete? ¿Por qué intentaste buscarme? —preguntó de repente la mujer.
—Porque yo también tengo uno igual. —Entonces, Ye Mo sacó su brazalete.
Al verlo, la emoción en los ojos de la mujer se volvió evidente. Ella agarró el brazalete de Ye Mo también y miró fijamente los dos brazaletes. Más lágrimas aparecieron en su rostro.
Ye Mo no la detuvo y simplemente esperó pacientemente a que se calmara.
—¿Quién eres? —la mujer miró a Ye Mo durante un rato antes de preguntar temblorosamente.
Ye Mo suspiró:
—Soy Ye Mo. Vengo de Pekín...