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Sin embargo, no tenía intención de adivinar el verdadero trasfondo de Gu Ning. Mientras pudiera sentir la sinceridad de Gu Ning para contratarlo, estaba dispuesto a trabajar para ella. Aunque Gu Ning lo había contratado por su habilidad y red de contactos, ella le había ayudado mucho.

Por lo tanto, An Guangyao no tenía razón para negarse. No era un idiota.

—Personalmente, tengo muchas ganas de trabajar con el señor An, pero todo depende de usted. Puede tomar la decisión por su cuenta —dijo Gu Ning. Sin embargo, ya sabía que An Guangyao aceptaría.

An Guangyao finalmente recuperó la compostura. Se sentía con ganas de llorar, pero se obligó a no hacerlo.

De repente, An Guangyao se levantó y se inclinó ante Gu Ning. —Señorita Gu, muchas gracias por su confianza y generosidad. Prometo que gestionaré la empresa como siempre. ¡Nunca la defraudaré! —dijo en serio.