Él conocía bastante bien la habilidad de Gu Ning. E incluso si Gu Ning no lograba curar la enfermedad de su padre, él no dudaría de su habilidad tampoco.
—Chica Gu, lo siento. Esta es mi hija y ella nunca te ha conocido antes —dijo Bai Linwei a Gu Ning.
—No hay problema. —Gu Ning no se preocupó. Ella entendía que tenía que estar preparada para ser desafiada debido a su corta edad. Si no hubiese curado al Maestro Yan, ellos tampoco le creerían.
—No creo que esté equivocada —Bai Xueyan replicó en voz baja. Tenía miedo de su padre. Sin embargo, no importaba cuán baja fuera su voz, los demás aún la escucharon.
—¡Regresa a tu habitación! —Bai Linwei estaba irritado por sus malos modales.
—Bueno, ¡esperemos y veremos! —dijo Bai Xueyan antes de lanzar una mirada fulminante a Gu Ning y girarse para subir las escaleras.
Luego, Bai Linwei y su esposa los guiaron al dormitorio del Maestro Bai.