—Viejo fantasma, parece que cada vez que te visito veo esta misma reacción. En algún momento, tienes que dejar de sorprenderte, ¿verdad?
Vormec contuvo su sorpresa y gruñó. —Tch, es solo tú. Pensé que iba a dar la bienvenida a algún cliente importante, pero es solo un mocoso que viene a chupar.
Damien puso los ojos en blanco. —Es muy tarde para este tipo de actuación. ¿Qué, me extrañaste tanto que no pudiste expresarte correctamente? Lo siento, pero soy un hombre casado. No puedo aceptar tus sentimientos —dijo con una simpatía fingida pintada en su rostro.
Damien se esquivó hacia la izquierda, evitando el martillo que acababa de forjarse. —Tsk tsk, incluso si estás enojado porque te rechacé, no puedes simplemente maltratar artefactos preciosos como este. Viejo fantasma, estoy desconsolado al ver lo bajo que has caído.
El rostro de Vormec se puso rojo de ira, pero no pudo replicar en absoluto. Al ver esto, Damien sonrió.