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—¡Madre! ¡Este no es el momento de seguir actuando como una Reina! ¡Debemos huir!

La angustiada voz de una joven resonó a través de las llamadas de la sala del trono mientras suplicaba. Se sentó de rodillas, golpeando su cabeza contra el suelo para mostrar su sinceridad.

—¡Todos los demás están muertos! Aurora es el único bastión de esperanza que queda para nuestro pueblo, ¿y deseas huir? —la Reina respondió furiosa, ignorando el estado lamentable de la chica.

—Bastión o no, nada de eso importa ya. ¿No lo entiendes aún? ¡No hay manera de que podamos vencerlos!

La Reina golpeó su puño en el reposabrazos, causando una feroz onda de choque que empujó a la chica varios metros hacia atrás.

—¡Basta! Si hubiera sabido que estaba criando a una hija tan cobarde, ¡no habría puesto tanto cuidado en ti como lo hice! ¡Pensar que deseas abandonar a tu pueblo en tiempos de crisis! ¡Abominable!