La Ira actuó sin un ápice de vacilación. Su aura se encendió al máximo, haciendo que el espacio del mundo sin nombre se rompiera directamente.
Este no era el nivel de ruptura que Damien podía reproducir con sus habilidades. Esto era una verdadera destrucción del espacio, una grieta que no se sanaría en muchos años.
Albeus y el Borracho Viejo Inmortal miraron con seriedad. A pesar de su deseo de inacción, la Ira no les estaba dejando otra opción. No podían simplemente permitir que actuara como le placiera.
Dos enormes auras más estallaron para contrarrestar la primera. Mientras los tres Semidioses se encontraban en un enfrentamiento, el velo en el cielo se despejó, revelándolos al mundo.
El aura descontrolada que emanaba de sus cuerpos hizo que aquellos en el cielo cayeran al suelo. El impacto de auras tan vastas arrojó su energía al caos.