La noche cayó en Aquazyl una vez más, llevando al resurgimiento de la civilización desde las profundidades. La aversión de los Clanes del Dios del Mar hacia la luz del sol era extraña, por decir lo menos, ya que no parecía derivar de una condición física en absoluto. Sus acciones eran completamente aleatorias desde la perspectiva de un observador externo.
Damien y Zara regresaron a las ramas del Clan Ruvia y el Clan Oga respectivamente cuando salieron de sus guaridas. Durante el breve momento de descanso que ganaron durante el día, habían ideado un curso de acción vago que seguir.
El plan era sencillo.
—Quiero hablar con tu Jefe del Clan. Tengo una propuesta que seguramente no querrá perderse —dijo Damien con confianza.