—¡Avanzó con valentía!
Incluso si Hong Qian Shan era un gran maestro, Su Han nunca había sentido que Hong Qian Shan pudiera matarlo.
—¿Qué importancia tiene ser un gran maestro? ¡La verdadera medida de un maestro yace en el corazón!
Miró a Lin Mei Yu y a los demás sin un ápice de impulsividad o falta de compostura.
Su actitud compuesta dejó estupefacta a Lin Mei Yu.
Ella lo miraba atónita, olvidando que aún sostenía su mano. Aún estaba preocupada por ello, pero en ese momento, parecía relajarse un poco.
Lin Mei Yu no podía entender por qué Su Han siempre era tan confiado, sin importar lo que sucediera, Su Han siempre podía mantener la calma.
Era como si estuviera por suceder un terremoto catastrófico, Su Han seguiría imperturbable, sin ninguna perturbación emocional.
—¡Solo tenía poco más de veinte años! —Hermana Yu, todavía no me has llevado a comer, me niego a morir antes de eso —dijo Su Han con una sonrisa tenue.