—Gracias, señor Su —Xiao Fan juntó sus manos.
—No tienes que ser tan formal. Todos somos amigos. Toma asiento. El té de Old Yang no está nada mal —Yang Zi Cheng también sonrió. Invitó a Xiao Fan a sentarse y le sirvió una taza de té. Se rió—. Para ser honesto, nunca pensé que podría tomar té con mis hermanos del ejército.
También estaba lleno de emociones.
En aquel entonces, había caminado en el área gris por dinero. Había hecho muchas cosas sucias que lo hacían sentirse culpable. En ese momento, lo único que pensaba era en tener interacciones con el ejército. Era el día en que moría.
Después de conocer a Su Han, todo cambió. Tuvo la oportunidad de expiar sus pecados. También tuvo la oportunidad de cambiar la sociedad a través de sus propias habilidades.
Yang Zi Cheng siempre había guardado su gratitud hacia Su Han en su corazón, porque no importa qué, simplemente no puede expresar completamente sus sentimientos.