¿Nuestro líder es demasiado amable?

—Liam sacudía su cabeza impotente mientras veía los débiles números de daño que flotaban sobre los gigantes de roca. Su único consuelo era que no planeaba realmente lidiar con esas resistentes figuras. No tenía que matarlos. Solo estaba dejando pasar el tiempo hasta que el portal se cerrara. Entonces ellos también serían naturalmente sacados de este loco lugar, volviendo a la ciudad. Era en verdad una lástima perderse tantos jefes de élite. Pero a su nivel actual, esto era todo lo que podían hacer.

—¡Mira aquí! ¿Tienes la cabeza llena de arena? ¡Yo soy tu enemigo, cerebro de lodo, gordo asno! —Liam gritaba, lanzando otra bola de fuego. El gigante de roca mascullaba algo en respuesta, pero él no le prestaba atención.

Observaba su ataque con interés mientras chocaba contra el resistente cuerpo del gigante de roca y se desvanecía en la nada. Quizás si pudiera aumentar la intensidad más…