¿Quiero que esté muerto o no?

—¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! —Liam maldecía en voz alta.

—¿Había dos de ellos allí y aún así este monstruo enorme lo estaba mirando a él y no al otro tipo?

Los otros cuatro caballeros de la muerte también seguían vivos, zumbando a su alrededor y hundiéndole los dientes como mosquitos.

—¿Cómo diablos se suponía que enfrentaría a estos tipos y a este monstruo?

—¿Y qué pasaba con el tipo aleatorio que salió rodando? ¿Por qué no hay maldita agresividad sobre él? ¿Dónde demonios estaba siquiera?

Liam no tuvo tiempo de mirar a su alrededor mientras el enorme caballero de la muerte levantaba su hacha, apuntando listo para partirlo por la mitad.

—Mierda. —Se movió, yendo a pararse detrás del grandote, y balanceó su espada contra la gruesa armadura metálica en su espalda.

—5 —Un número de daño aún más abismal apareció.

—¡No pienses que no te veo, insecto! —rugió la voz tronadora.