Cuando Luna y Liam llegaron a la residencia del gremio, por coincidencia Alex también llegó en el mismo momento.
Los dos no dijeron nada mientras observaban en silencio el daño y la destrucción, no dentro de la residencia del gremio sino fuera de ella.
Había enormes cráteres en el suelo que los jardineros estaban limpiando, y algunos de los árboles y plantas cercanos estaban destruidos.
Incluso había humos de color gris negro todavía saliendo de algunos lugares. Sangre y huesos estaban esparcidos por todas partes.
No importaba cómo se mirara, la residencia del gremio no pudo haber estado bajo ataque.
Más bien parecía como si algún ganado o ovejas no deseados hubieran entrado en el territorio y alguien hubiera hecho explotar a estos tontos animales en pedazos.
—¿Cómo... —Alex miró con la boca bien abierta.
—Je. ¿Qué más pasaría si algún idiota reúne un ejército para atacar y tomar un gremio de rango S? ¡Serán derribados, por supuesto! —Liam se encogió de hombros.