¡CORRE! ¡CORRE! ¡CORRE!

—Sí, ese sería yo. Liam hizo su mejor esfuerzo para mantener la cara seria y permanecer calmado.

Por dentro estaba bastante nervioso o más bien el hombre que estaba a su lado provocaba tal efecto. Tenía el aura de alguien que había matado a demasiadas personas. Solo su mera presencia hacía que todo el vello en la espalda de Liam se erizara.

Sabía que tenía que ser muy cuidadoso ahora. Según sus próximas acciones, moriría o tendría éxito en su misión.

—Gracias por ayudarme allá atrás. Aunque le di mi palabra a esos aldeanos, mi fuerza era… —Liam miró al suelo solemnemente.

—Hmmm… —las cejas del mendigo se levantaron. Parecía sorprendido. No esperaba este nivel de introspección de una persona joven.

—Estás bien. Saber que no eres lo suficientemente fuerte es la mitad del progreso —el hombre de mediana edad aclaró su garganta incómodamente.