—¡BOOM! ¡BOOM! ¡BOOM! ¡Oh Dios mío, esto es muy divertido! —Madan se rió ruidosamente, mientras Anya fruncía el ceño. Ella estaba tosiendo mucho debido a toda la tierra, el humo y los escombros.
También había una fina capa de suciedad negra cubriendo su piel, lo que la hacía sentir nauseabunda. Odiaba todo este montaje y el olor de la explosión.
Junto a ellos, Barret y Kouske tenían expresiones indiferentes. Todos estaban extremadamente agotados y no podían esperar a que esta pelea terminara.
—Solo lanza otra bomba y acabemos con esto —escupió Anya después de toser un poco más.
Cada bomba causaba alrededor de 100000 de daño, así que sabía que la pelea aún no había terminado. Todavía tenían un largo camino por recorrer.
Durante los siguientes minutos, el grupo bombardeó incesantemente al enorme gigante y Madan lo distrajo usando una de sus mascotas, el asta plateada.
La velocidad del ciervo era notable mientras saltaba llevando al gigante sin rostro de un lado a otro.