Engáñame una vez...

Cuando Luna aterrizó en el suelo, todavía sentada encima de ella, Liam comenzó a lanzar los enormes sacos, uno tras otro, formando una pila en el suelo. No tuvo que explicar a nadie qué contenían esos sacos. ¡Ya sabían la respuesta! Y lo más importante, el número de sacos no cuadraba. Si su cálculo era correcto, entonces su líder de alguna manera había obtenido más hierbas de las que tenían originalmente.

—¡Hermano! ¿Cómo recuperaste todo?

—Oh. Eso fue fácil. Un simple golpe y robo. —Liam sonrió, saltando de la espalda de Luna—. No había nadie vigilando el carro de transporte que llevaba estos sacos. Así que todo lo que tuve que hacer fue lidiar con el único tipo. Un robo muy directo a plena luz del día.