Leonel no era una persona que se enfadaba fácilmente. Incluso cuando fue oprimido varias veces por Camelot o incluso por los poderes en los que había participado en el pasado, ser brutal con sus palabras no era normalmente la ruta que tomaría.
Su respuesta habitual sería tranquila y serena, incluso hasta el punto de rozar una frialdad inhumana. Pero ahora, después de tragarse varios agravios, ser el blanco de las mismas personas a las que se suponía que debía salvar en esta maldita Zona, y ahora ver a una niña pequeña siendo tan descaradamente acosada ante tantos… él explotó.
Miró hacia el apuesto Papa Margrave, su cabello ondeando bajo su propia aura.
La mirada de Margrave se estrechó.
Aunque Leonel lo había llamado Papa, no llevaba ni un ápice de respeto. Y, como si el desprecio no fuera suficiente… ¿realmente le dijo que se largara?