Comunicación

—¡Esa maldita perra fea!

Un rugido sacudió el bosque. Estaba teñido con una furia interminable y una falta de voluntad. Era el tipo de grito que hacía que los pájaros huyeran y un silencio involuntario abrumara las secuelas inmediatas.

En ese momento, un joven estaba de pie en medio de un grupo de guerreros. Tenía rasgos afilados y un aire oculto de elegancia debajo de su actual ira. Estaba claro que estaba muy acostumbrado al estilo de vida de un noble.

Al mismo tiempo, no estaba solo en su furia. Había otros dos de igual rango que sentían la misma rabia hacia la misma mujer.

Uno de ellos era una joven dama cuyos delicados rasgos expresivos enrojecían bajo el rechinar de sus dientes. Y el último era un joven corpulento que era una cabeza más bajo incluso que la joven mujer.