Leonel no tuvo tiempo de pensar por qué estos dos demonios lograron encontrarlo. Sin embargo, se dio cuenta de algo instantáneamente: lo habían estado acechando.
Antes de que Leonel tomara la decisión de atacar a alguien, primero verificaba dónde estaba cada uno. Si estaban demasiado cerca unos de otros, ni siquiera se arriesgaría a atacar.
Todos los hechizos que había escrito podían ser atravesados directamente, no había obstrucciones físicas. Como resultado, cruzar de una región a otra no solo era fácil, sino también fluido. Así era como Leonel lograba mantener la ilusión de que sus enemigos siempre estaban solos. Si hubiera obstrucciones físicas, se volvería demasiado obvio, demasiado rápido, que estaba interfiriendo con sus sentidos. Una vez que ocurriera eso, todo se expondría.