El clamor del cuerno parecía capaz de separar incluso las densas nubes sobre él. Aquellos cercanos a él sentían como si de repente hubieran sido lanzados al centro de una tormenta. Incluso después de que el sonido viajara decenas de kilómetros, se negaba a disiparse, multiplicándose sobre sí mismo y proyectándose hacia afuera a distancias cada vez mayores.
Leonel se encontraba de pie en medio de la lluvia con una expresión indiferente. Sin embargo, el suelo ya había comenzado a temblar. Si el mundo ya parecía estar al borde de acabar en cualquier momento, ahora prácticamente estaba al filo de la destrucción.
La expresión de Aliard había rozado la presunción hace solo unos momentos. Pero ahora, sentía como si todo en su cuerpo se hubiera tensado. Miró con dagas hacia Leonel, pero este último permaneció impasible.