La repentina apertura de una puerta sacó a Leonel de su estado de sueño.
Él bostezó y se estiró, sentándose en la mesa.
Tenía que admitir que dormir en una mesa no habría sido la experiencia más cómoda para él en el pasado. Pero, después de practicar hasta la Etapa Estándar, bien podía haber sido una cama suave para el Leonel actual.
Leonel se limpió las lágrimas y el sueño de sus ojos, fijando finalmente la mirada en aquellos que entraron en la habitación.
Había dos individuos, un hombre y una mujer. Ambos llevaban las mismas túnicas divididas y mangas metálicas en las piernas.
«Estos uniformes están bastante geniales», pensó Leonel de manera juguetona para sí mismo. «Me pregunto cómo podría unirme».