El saludo casual de Leonel llegó a los oídos de todos. En ese momento, la atención de todos se dirigió al mismo chico adolescente.
A pesar de que parecía como si acabara de salir de un vertedero de basura, había cierto aire valeroso innegable que lo hacía demasiado difícil de ignorar.
Leonel volvió a bostezar.
Este tipo de escena, ¿por qué se sentía tan familiar?
Bajo sus miradas, Leonel giró la palma y permitió que numerosas bolas de nieve aparecieran. Después, los miembros de la Familia Adurna comenzaron a aparecer uno tras otro, cayendo al suelo cuando Leonel los liberó.
—¡Hermano Mayor Leonel! —gritó Nana.
Nana fue la primera en recuperarse ya que no estaba herida desde el principio. Mientras los otros aún estaban aturdidos, Nana pareció darse cuenta de que Leonel debía haber sido quien los salvó.
Leonel sonrió levemente, acariciando la cabeza de la pequeña. Viendo su emoción infantil, pudo notar cuánto peso había tenido la Zona Camelot en su mente.