Justo cuando Jerach empezaba a encontrar su ritmo, las Puertas se abrieron una vez más y esta vez, dos mujeres entraron. Por supuesto, eran Syl y la Joven Señorita Cisne.
Cuando las dos mujeres vieron la escena frente a ellas, cargaron hacia Jerach como un par de leonas gemelas. De hecho, incluso lanzaron dagas de miradas hacia Leonel por no intervenir antes para detener a este loco.
Ante tal cosa, Leonel solo se rió entre dientes y no dijo mucho. Iba a intervenir previamente, pero ya que ellas estaban aquí ahora, no tenía que hacer nada.
—Está bien, está bien. Ya que estas dos demonias han intervenido por ti, deja tus bragas y podemos darlo por saldado.
Las dos mujeres se estremecieron de terror al escuchar estas palabras.
—¡Jerach! —estalló Syl.
—Está bien, está bien. Olvídalo, olvídalo.
Jerach sacudió la cabeza como si realmente fuera una lástima.